- Editorial: Salamandra
- Editor: 96
- Edición: 2008
- ISBN: 9788498381498
El principito habita una pequeña estrella, donde comparte espacio con tres volcanes, brotes de baobabs, y una flor caprichosa.
Cuando empieza a experimentar la soledad decide abandonar su planeta para buscar amigos. El viaje por los distintos planetas le hace encontrar personas mayores ocupadas en sus asuntos, que no le ofrecen la amistad que estaba buscando.
El siguiente planeta es la Tierra, donde encontrará al aviador, una persona grande que, con el principito, vuelve a recordar lo que es ser un niño.
Un libro de mi infancia
Yo me leí esta novela hace un montón de años (siendo una niña), y la verdad es que me pareció que se le había dado mucho bombo, era la historia de un niño que vive en un país lejano. Ese niño decide viajar y va conociendo diferentes personajes.
Mi mente infantil en ese momento no me dio para encontrarle más significados. Y aunque el libro ha ido viajando conmigo hasta mi actual casa, nunca había vuelto a leerlo.
Este año le regalaron otro ejemplar a mi hijo de 7 años, y me pidió que lo leyéramos por las noches, y tengo que confesar que me he enamorado del libro.
Una historia para grandes y pequeños
Mientras mi hijo, al igual que yo en su momento, iba disfrutando de los viajes del principito, yo iba disfrutando del significado de las palabras.
“Sólo con el corazón se puede ver bien, lo esencial es invisible a los ojos”. ¡Cuántas veces no habré leído esta frase! Pero no la había vuelto a leer en su contexto, la conversación del principito y el zorro, me parece uno de los pasajes más bellos del libro.
También me sentí identificada con el aviador, me imagino que cuando llegamos a una edad todos dejamos de ver boas comiéndose elefantes para ver sólo sombreros. Y todos necesitamos que nos vuelvan a abrir los ojos sobre las cosas importantes de la vida.
El final del libro me parece precioso, a mi hijo le tuve que dar una explicación un poco más infantil, pero a mi mientras se me caían las lágrimas.
Y es muy difícil seguir leyendo para que tu hijo no pregunte por qué lloras mamá. Y es que mamá es más llorona con los libros que con la televisión.
Creo que todos deberíamos leer El Principito cada cierto tiempo, porque en cada época de la vida le puedes ir encontrando un significado diferente a su lectura.